¿Qué tiene de especial la ciudad de Forks para albergar en su interior a tres importantes aquelarres de vampiros? La verdad, ni yo misma estaba muy segura. Sí era cierto que la capota de nubes que parecía no desaparecer nunca suponía una ventaja para nosotros, los vampiros, teniendo en cuenta que tal y como las leyes imponían, no podíamos mostrarnos tal y como somos a la luz del Sol.
Pero por alguna razón es aquí donde residen el clan de los Cullen, el de los Mercier... y los Vulturi.
Así que aquí me venía yo, muerta de curiosidad. Aunque no podía evitar cierto resentimiento hacia mi antiguo aquelarre. Apenas se resistieron a que yo abandonara la guardia. ¿Por qué el hecho de que Heidi les abandone les lleva a abandonar su ciudad? Su pretexto era otro, pero conozco demasiado a Aro como para que me lo niegue. En fin, pensé. Después de todo, no me había arrepentido antes de dejarles y no lo iba a hacer ahora. Realmente no podía seguir con ellos. Ya era suficientemente humillante vivir en el mismo mundo que él, como para tener que vivir en la misma ciudad y el mismo castillo. Demetri. No, no pienses en él, Kimara. No merece la pena. Y efectivamente, no la merece.
Miré a mi alrededor en busca de distracciones. Lo cierto es que las calles estaban llenas de humanos... Y ahora que lo pensaba, si que tenía algo de sed. Me relamí los labios con discrección. ¿Cuál de ellos sabrá mejor...?
Caminé un poco por la zona, evaluándolos a todos con la mirada.