Salí de casa cuando ya era tarde, a las tres de la madrugada más o menos.
La luna llena brillaba en lo alto del cielo, sin ninguna nube tapando su esplendor.
Había salido de casa con la esperanza de relajarme. No era fácil convivir con dos tórtolos babosos, un competidor ...y ella.
Porque por mucho que nos empeñásemos en negarlo, entre Eric y yo había tensión.
Y lo peor de todo, lo que más me jodía, era tener que verla a ella cerca de él. Apreté las manos en puños, con los ojos chispeando de rabia.
Descargé el puño derecho contra un árbol, haciendo que este volcase.
¿Hasta cuando iba a durar esa situación?
Yo ya había aguantado mucho, y mi paciencia no era infinita...